Libros prohibidos en la correspondencia del conde de Gondomar
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Resumen
Parece que la intención de ser buen servidor de su rey llevó a don Diego Sarmiento a solicitar del papa Paulo V una licencia para leer libros prohibidos. Con el tiempo esa lectura consentida derivaría en escrupuloso coleccionismo. La necesidad de conocer bien al enemigo para combatirlo mejor se hizo más urgente a raíz de su primera embajada en Londres (1613-1618), que puso a don Diego en contacto frecuente con la herejía impresa. El propio conde dejó testimonio escrito de su escrúpulo [infra núm. 9] y alardeó de probada ortodoxia, que en su opinión le venía dada naturalmente, es decir, por la geografía de su nacimiento. Desde Inglaterra le confesaba al duque de Taurisano este alivio: «quando me veo en tierra donde esto se escribe y donde esto se dize me desconsuelo tanto como me consuelo, y doy muchas graçias a Dios de ser gallego, pues de nuestra nación ni he leído ni oydo que aya avido herege» [II/2168, carta 34, infra núm. 6].