Escarcha

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Pablo Andrés Escapa

Resumen

Si alguna vez se ponen los cielos rasos para despedir el día y una luz confitada deja en el vientre de las nubes hebras pasajeras que parecen un zurcido de azafrán, yo tengo que acordarme de otra tarde, también de costuras y resplandores, hace ya no sé cuántos años. Así ha ocurrido hoy. Y ahora me digo que hubo de ser una de esas lacerantes congojas de la infancia que a veces nos alcanzan con su fiebre, la que vino a conmoverme entonces, un anochecer de diciembre tan ambarino que el mundo parecía disuelto en hielo y miel, y el aire era un puro lienzo de silencio cayendo espesamente sobre las criaturas. Embaído junto a una ventana ante el dilatado misterio del horizonte, yo me apagaba con la misma lentitud que oscurecía. Hasta que, aparecida de pronto, distinguí en medio de la desolación del campo, entre una curva arenosa del río y la arboleda desnuda, una columna de humo que ascendía blanca y perezosa a confundirse con la senda errante de los astros. La levedad, ya se sabe, es fuente de melancolías y acaso aquel humo ligero que yo miraba desde el ventanal acabara imponiéndose al abatimiento de verme sin otra compañía que la de dos tías solteras que me habían recogido aquella nochebuena de orfandad forzosa. Mis padres, de viaje a no sé qué país lejano, estaban retenidos por un temporal de nieve en algún aeropuerto que yo imaginaba bullente y luminoso, como una burbuja de luz en medio de la noche. Cualquier destino era más tentador que la casona de mis tías, varada al borde de la ciudad, a punto de hundirse en las tinieblas. ¿Debía aguantarme yo –me espoleaba– metido allí y en tan triste compañía habiendo suertes más dichosas al otro lado del cristal? De manera que hubo de bastar el descubrimiento del fuego, aquella luz distante y frágil, para que se avivaran en mí unas confusas ansias de justicia y algún anhelo inmediato de aventura. Y obré con una impulsiva piedad: se me ocurrió, en fin, que debía poner remedio a la indigencia de los que procuraban el amparo de la lumbre, y empecé a rondar pensativo por la casa en busca de consuelo al hambre y la pobreza que alentaban junto al río.

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Cómo citar
Andrés Escapa, P. (2011). Escarcha. AVISOS. Noticias De La Real Biblioteca, 23(83), 4-8. Recuperado a partir de https://avisos.realbiblioteca.es/index.php/Avisos/article/view/467
Sección
Cuento de Navidad