Alfredo Serrai, Phoenix Europae : Juan Caramuel y Lobkowitz in prospettiva bibliografica Milano, Edizioni Unicopli, 2013

Resumen

lLlega esta monografía de Serrai muy a tiempo de celebrar los cuatrocientos años del nacimiento de Caramuel (1606-1682) pero lo hace con una advertencia grave: «la figura erudita e culturale di Caramuel ha ancora bisogno di venir definita, prima ancora che precisata» (pág. 167). No es de extrañar en un polígrafo cuya herencia literaria, además de ingente, está todavía por delimitar en sus minuciosas variantes textuales y en el censo canónico de su producción, que abarca toda suerte de materias y aparece bajo nombres diversos. La necesidad de un repertorio bibliográfico que describa la estructura, la composición y la presentación editorial de su obra es, pues, un requisito previo, acaso el más complejo de elaborar, para conocer el pensamiento de Caramuel, su organización y su evolución. Sin duda es el modo menos diletante de abordar el estudio de un legado acusado secularmente de falta de rigor. Sobre Caramuel pesan todavía los juicios adversos y prestigiosos de Leibniz o Pascal. Una inercia injusta ha prolongado por enciclopedias y compendios biográficos las condenas: «Caramuel habet ingenium ut octo, eloquentiam ut quinque, judicium ut duo», por ejemplo. Esta censura distributiva la dejó escrita Adam Adami en 1648 y casi coincide con otro dictamen del cardenal Fabio Chigi (futuro Papa Alejandro VII) que juzgaba el genio de Caramuel incompatible con la porción de buen juicio y prudencia que sería deseable. Son ecos aún latentes en sentencias firmadas por críticos de formación tan sólida como Menéndez Pelayo, que le acusa de «espíritu errático y vagabundo», de ingenio dado «a raras especulaciones». Condenar así a Caramuel es negar la esencia de su obra, cuya impronta es la infatigable actualización y la reelaboración continua de sus contenidos. La impresión que transmite su pensamiento es la de un sistema abierto que no deja de evolucionar con cada nueva entrega editorial. Pero la evolución no es necesariamente un vagabundeo.